jueves, 11 de octubre de 2007

Un períplo por Leónidas Lamborghini

Teatro, política y reescritura de la historia

Por: Mariano Pacheco(*)

"Aunque rajemos ante la superioridad del enemigo, nunca nos sentimos derrotados. Nos acordamos de una trompada, un piedrazo, un enemigo caido. Y al revivir los momentos heróicos de la lucha, nos vamos convenciendo de que, en verdad, no fuimos vencidos".
Guillermo Saccomanno, en El pibe.

El jueves 6 de agosto, en el auditorio de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, el Grupo Teatral Independiente Todos Juntos estrenó la obra "Eva Perón en la hoguera". Escrita por Leónidas Lamborghini en 1972, fue reelaborada por el autor para esta ocasión. Dirigido por Humberto "Coco" Martínez, el grupo está integrado por Griselda "Grillo" Cugliati y María Ezter Mazza. La idea de readaptar la obra al contexto actual (Evita, junto a la lucha de los excluidos), surgió luego de que Lamborghini asistiera al estreno realizado por el grupo a principios de este año. En aquella oportunidad, Coco Martínez agradeció a los amigos presentes en el lugar y dedicó la obra “a los que luchan y a los que ya no están”. También remarcó que la pieza tiene la potencia de lo no dicho y que, como en nuestra historia, la presencia y la ausencia son dos factores esenciales.

Eva Perón en la hoguera tiene como punto de partida a La razón de mi vida. Por eso, podríamos decir, la obra fue re-escrita desde sus inicios. “La necesidad de tal ejercicio de destrucción y re-construcción del modelo para darle una nueva forma, tiene relación con la idea de darle una nueva vida... A esto he llamado reescritura intratextual, a la poesía convertida en un juego maravilloso mediante el cual el mundo sea recreado constantemente...”, supo decir Lamborghini para explicar esto de las “reescrituras”.

En diálogo con este cronista, Griselda expresó: “Cuando Coco trajo la propuesta nos encantó. Esa ruptura de la sintaxis, expresando la realidad del oprimido, que sabe lo que quiere decir, pero no lo puede decir, nos pareció genial”. Se refiere a las lecturas Fanonianas acerca del oprimido (recordamos que Franz Fanon fue un psiquiatra argelino comprometido con la lucha de liberación que su pueblo llevó adelante contra los colonialistas franceses. Su libro mas conocido: Los condenados de la tierra, con prólogo de Jean Paul Sartre).

Lectura Fanoniana que enlaza claramente con el de las reescrituras, que es el tema de la pieza. Y esta seguda, fundamental para rescatar el carácter contestario de Esa Mujer (a decir de Rodolfo Walsh), que hoy es más invocada como fetiche que otra cosa. "Las reescrituras se obstinan en invocar pronunciaciones mágicas", escribió Esteban Rodriguez en su Estética Cruda. Remarca, este autor platense, el carácter de insistencia y no de ruptura de las reescrituras. "Duración testatura", dice. Porque hay algo que hoy se torna fundamental en la lucha de los excluidos. La posibilidad de rescatar a Evita como símbolo de combate por la emancipación, necesita desandar una operación: la insistencia oficial; esa que hace de las placas y las conmemoraciones su método de petrificar lo que nombran.

En cambio, en la reescritura Lamborghinesca, la que se coloca en la barricada levantada por quienes enfrentan las políticas oficiales, se vislumbra la posibilidad de la insistencia de los vencidos. No para copiar el pasado, sino para recrearlo. Reescritura que posibilita la combinación de temporalidades diferentes. La evocación del mito. La mixtura de lo viejo y lo nuevo.

Veamos de que se trata. Dejemos que la obra hable por sí misma: "Quiero explicarme aquí: un sentimiento que: la causa. Quiero explicarme aquí: la indignación. Los ricos como árboles, los pobres como pastos. Mi día hoy, mi maravilloso. Un camino nuevo: lo por hacer, la cosa por: la revolución por..."

Actitudes y expresiones a rescatar. Un legado a recrear. Palabras de Esa Mujer. Como las pronunciadas el 22 de agosto de 1951, en el Cabildo abierto del Justicialismo: "Yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores". Como cuando, luego de ser operada, votó en la cama, en las primeras elecciones en las que lo hicieran las mujeres. O su compra de armas, realizada tras el golpe de septiembre de 1951, para que "los muchachos de la CGT formen milicias". O su último discurso público, pronunciado desde las entrañas de sus 37 kilos: "Si es preciso haremos justicia por nuestras propias manos".

Hoy, que se hace tanta política oficial, antipopular en su nombre, no vendría mal recordar ese tipo de palabras: "Desterramos la limosna para exaltar la solidaridad como obra de justicia". Nada de esto se recuerda hoy. Sólo aparece el fetiche Evita. Por supuesto, palabras como "durante un siglo los explotadores de la clase trabajadora fueron los privilegiados, hace falta que eso sea equilibrado con un siglo donde los privilegiados sean los trabajadores", no son muy funcionales a un proyecto de país en donde las condiciones de vida de los laburantes se ven deteriodas y pauperizadas. Como bien sabe Leónidas, que antes de ser poeta fue obrero textil, al exponer en la obra: "Contra todo privilegio, Contra toda oligarquía. Cien años de: la (injusticia de un siglo... destruir la limosna...

Dejemos, para terminar, que la voz de Lamborghini rsuene entre nosotros. Las palabras desde la hoguera, pronunciadas por Esa Mujer: "Para mí los obreros: en primer lugar... los que en columnas alegres... los que reclaman. los que a gritos. Los que (encendieron: los que hogueras... para mí los organizados. Los obreros: ¡ellos son! Para mí el pueblo: ¡ellos son! Sí: que nadie explote a nadie. La razón de mi vida es... la razón de mi muerte es (la causa es... Yo: lo que quise, mi palabra está"

(*)Formó parte del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón en Almirante Brown y actualmente participa de la Agrupación Compañeros y del colectivo de estudiantes La Náusea, ambos integrantes del Frente Popular Darío Santillán. Es estudiante de filosofía de la UBA. Publicó Del piquete al movimiento. Parte I: De los origenes al 20 de diciembre de 2001 y Parte II: De la insurrección de diciembre a la masacre de avellaneda (en prensa). Es coautor de Reflexiones sobre el poder polar; columnista de distintos programas en la Radio La voz de las Madres y colaborador de la Revista Herramienta y los sitios web Prensa De Frente y Agencia Nodo sur.




jueves, 4 de octubre de 2007

Conceptos y prácticas del poder popular

El sueño de una cosa, Introduccion al poder popular , Editorial El Colectivo, Miguel Mazzeo Buenos Aires, 2007, 220 páginas.
Por Mariano Pacheco





Miguel Mazzeo se mete en este libro con conceptos y prácticas que vincula al Poder Popular. En la actualidad y en el pasado. De Karl Marx al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. De Rosa Luxemburgo a nuestro filósofo Carlos Astrada, el autor desmenuza los conceptos y palabras. Desde los distintos usos del término hasta el análisis de la dialéctica sujeto-poder y por qué es poder y popular el poder popular. En estas páginas podemos encontrarnos con citas de Trotsky, Lenin, Gramnsci, Lukács pero también de Bloch y Passolini. Holloway y Negri. Tampoco están ausentes argentinos como Santucho o Rubén Dri; Thwaites Rey o Raúl Cerdeiras.
Experiencias como la del gobierno de Unidad Popular en el Chile de Salvador Allende o las influencias en los procesos latinoamericanos por parte de la corriente eclesiástica de la teología de la liberación, así como los procesos más recientes de Venezuela y los Sin Tierra en el Brasil, forman parte del abanico de sus preocupaciones actuales. Por su puesto, el foco está puesto en la experiencia desarrollada en nuestro país en la última década. Las experiencias autónomas, que intentan gestar construcciones contrahegemónicas son analizadas con detalle. Posicionándose como parte de ellas, sin embargo, el autor no las idolatra. Las analiza críticamente. Instala debates. Mete el dedo en la llaga, como quien dice. Por supuesto, lo hace con respeto y desde el interior de esta nueva izquierda. No como "intelectual-especialista", sino colocándose en el lugar sartreano del escritor como un "hombre entre otros hombres".


Una pequeña disgreción. Unas palabras sobre la tapa del libro.
Florencia Vespignani, Diego Gonzáles Lean y Alejandra Andreone toman El jardín de las delicias, la parte central del tríptico del Bosco. Unas fotografías de Sebastián Hacher. Gestan un collage. La fotografía es una de las tantas en donde podemos claramente observar la diversidad de colores y siglas, de banderas presentes en movilizaciones. Hombres y mujeres, viejos y niños. Van aplaudiendo, cantando, mientras avanzan en una de las típicas y desprolijas columnas de los de abajo. El pueblo, "que regresa puteando alegremente", a decir de Mario Benedetti. "La mersa", que "rescata consignas de las alcantarillas y las escribe a lo ancho del cielo/ le da al bombo con su más generoso rencor".
Lo novedoso es que el autor haya elegido a uno de los más grandes exponentes de la pintura flamenca de los siglos XV y XVI para entremezclarlo con los piqueteros. Novedoso hasta cierto punto, si tenemos en cuenta que éste es un artista con una imaginación que vuela hasta lo inusitado. Hieronymus Bosch ha sido un heterodoxo, un audaz de su época. Un pedagogo sostenido en la ética visual. Por algo Breton, en sus Manifiestos, lo legitima como "pionero del inconciente creador inacabable".


El primer efecto de la imagen selvática del Bosco es la percepción de lo universal y múltiple concentrado en un espacio pequeño y estrecho. Un lienzo en donde una realidad otra se hace presente. Como en el libro de Mazzeo, que logra dar cuenta de esas realidades otras que en Argentina y otros sitios del mundo se están expresando como "síntomas" de algo más amplio y novedoso, según señaló el sub-comandante Marcos.
Mazzeo también ha sido un heterodoxo afín a los herejes. Pareciera que se hubiera trazado un sendero desde que comenzó a publicar sus preocupaciones: de Mariategui, Gramsci y John.W.Cooke a su tipología sobre el movimiento piquetero, pasando por sus análisis de los procesos de globalización neoliberal, hay un sólo movimiento.


Siempre apelando a la audacia, sus reflexiones tienen un punto de llegada en sus dos últimos libros, que podrían considerarse dos partes de un mismo trabajo. Si en Qué (¿no?) hacer se mete con el momento "negativo", "crítico" de los movimientos y colectivos que en la actualidad brevan por gestar nuevas políticas de emancipación, en "Introducción" redobla la apuesta e intenta dotar a esas prácticas de un cuerpo teórico mas o menos coherente. Imbuido en ellas, el autor no se coloca por fuera de esas experiencias, intentando mantener cierta distancia "objetiva". Por el contrario, el carácter de "notas" que le da a sus palabras, la perspectiva de introducción que tiene su libro, nos habla de una manera determinada de concebir la construcción política en esta nueva izquierda autónoma, a la que denomina "Izquierda por venir".

Si en la primera mitad de la década de los 90 el autor transitó los pasillos de la Universidad de Buenos Aires para formarse como historiador, y militar en las agrupaciones estudiantiles que aun intentaban sostener una posición en medio de la devacle, en la segunda mitad se lo puede ver siendo parte de distintas Cátedras Libres. En Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y otros sitios del país, Las Cátedras del Che; de Pensamiento Latinoamericano; de Movimientos sociales; de América Latina; de J.W.Cooke, entre otras, encontraron a Mazzeo como coordinador o parte del equipo organizador.

Por fuera de esos espacios, las instancias de formación política en el interior del Movimiento de Trabajadores Desocupados Anibal Verón, primero, y del Frente Popular Darío Santillán, luego, son parte del mismo recorrido.

Por eso, hablar del último trabajo de Mazzeo es un poco ingresar en el mundo del proyecto editorial que lo publica, y del cual el autor es parte activa. En este primer libro, el nombre (
El Colectivo ) queda bastante claro.

Tanto la diagramación interior, como la corrección y el diseño de tapa, así como la impresión y ahora su puesta en circulación (de mano en mano, pero además ingresando en el circuito comercial a través de la recientemente creada Distribuidora Cultural), fueron llevados adelante con vocación militante por compañeras y compañeros que emprenden estas tareas con la convicción de dar una batalla más por la gestación de una alternativa de emancipación.

Luego de El sueño de una cosa, la Editorial El Colectivo sacó a la calle El Gauchito Gil (con fotografías y textos de Sebastián Hacher); Estado de gracia (una novela de Guillermo Cieza) y Reflexiones sobre el poder popular (un compilado de ensayos de autores varios).