miércoles, 12 de diciembre de 2007

Autonomía y autogestión




Un recorrido por los Movimientos de Trabajadores Desocupados


(Texto presentado en el coloquio internacional sobre el trabajo, organizado por la Revista Herramienta. Realizado en Buenos Aires, Argentina, en noviembre de 2007).




POR: Mariano Pacheco



Cuando se habla de autogestión, se debe considerar a esta como un proceso en construcción, no como un hecho, sino como algo que se hace día a día, como una conquista”.



La propuesta de autogestión tiene dos conceptos: El primero es el de superar la diferenciación entre los que deciden y los que cumplen ordenes sin saber nada. El segundo es que el poder de las decisiones está en los que trabajan, lograr autonomía. Autonomía significa superar las interferencias externas en las decisiones de los que trabajan”.




Movimiento Sin Tierra, en: Casrtilla del MST sobre las cooperativas.




I-


Comencemos situando nuestro planteo: hablamos desde América Latina; desde Argentina, desde las experiencias urbanas gestadas en la última década. En particular, de la desarrollada por el Frente Popular Darío Santillán (FPDS), desde su fundación en 2004 a hoy. Y que tiene sus antecedentes más inmediatos en los movimientos sociales que lo configuraron. Movimientos que parten, a su vez, de esa tensión generada entre la continuidad de ciertas tendencias históricas y la innovación propia de quienes nos proponemos gestar prácticas novedosas.


2-


Si quienes nos identificamos en lo que actualmente se denomina "La nueva izquierda autónoma", hemos construido algún tipo de certeza en esta última década, ésta tiene que ver más que nada con la afirmación de una negación. Podríamos decir, con F.Nietzsche, que, "en efecto, el camino, no existe" (Nietzsche, 2003, 192). Es decir, los presupuestos que guían nuestras prácticas, más que la línea, son un sendero que se bifurca. Un conjunto de hipótesis. Sólo eso.


Otra certeza construida, mas de tipo propositiva, podría resumirse así: "lo que no construyamos hoy, aquí y ahora, desde abajo, no lo construiremos mañana desde arriba". Con el abajo nos referimos a lo que históricamente se entendió en las organizaciones populares como el trabajo de base. Un priorizar las relaciones humanas allí en donde los hombres y las mujeres se vinculan diariamente.


La capacidad de ampliar prácticas prefigurativas - aquellas que adelante a pequeña escala la sociedad que anhelamos- a conjuntos cada vez más amplios, continúa siendo una apuesta. A la cual, queda claro, no podemos renunciar. O sólo a costa de que nuestras prácticas culminen absorbidas por el sistema.


Estos elementos prefigurativos, y todo lo que vayamos gestando de aquí en más, ampliado al conjunto social, es lo que denominamos el ad-venir del socialismo. Es decir, una sociedad que no es "planificada" racionalmente desde hoy por una minoría ilustrada, que posee alguna ciencia determinada, sino que será la capacidad de ampliar cada vez más las políticas que posibiliten que la participación popular se exprese en toda su plenitud.



3-


¿Que tiene que ver todo esto con la cuestión del trabajo? Sencillamente, que las experiencias de autogestión del trabajo de las que vamos a dar cuenta, cobran su real significación en el contexto en el que se desarrollaron: la intervención de las organizaciones populares en las luchas más importantes de los últimos años. Tanto la ocupación de los lugares de trabajo y su puesta en funcionamiento bajo "control obrero" (cuyos casos paradigmáticos fueron seguramente la textil porteña Bruckan y la ceramista de Neuquén Zanón, actualmente Fábrica sin patrón -FASINPAT-), como los micro-emprendimientos productivos desarrollados en las barriadas populares por los trabajadores desocupados, no fueron desarrollados en el vacío, de forma aislada. Sino que se gestaron al mismo tiempo que se enfrentaba, a través de la acción directa, a las políticas anti-populares de los gobiernos de turno.

4-


Decía al principio que hablaba desde la particularidad del FPDS: una organización social y política surgida en los últimos años e integrada, fundamentalmente, por trabajadores asalariados y desocupados; por sectores universitarios y de la cultura. Me centraré ahora, en una de las experiencias que dieron origen al FPDS: la de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD).


Condenados a la peor de las carencias, los marginados de las grandes urbes, los excluidos, los periféricos gestaron, a pesar de todas las adversidades, prácticas de lo más novedosas. A diferencia de las décadas anteriores, fueron los desocupados los que protagonizaron piquetes. No ya para impedir que se trabaje, sino para intentar hacerlo. No ya donde las mercancías se producen, sino donde circulan. No ya con el "jefe" de familia a la cabeza y el resto de la familia como retaguardia, sino con la familia entera como protagonista, participando activamente, y con las mujeres a la vanguardia.


A partir de vivencias tan intensas, como la participación en puebladas o piquetes que duraban días y, a veces, semanas, los trabajadores desocupados comprendimos que la lucha no implicaba sólo la acción directa, sino también la pelea ardua, cotidiana, que continuaba al regreso, en ese tránsito de la ruta al barrio. Si en la ruta no había jefes. Si ciertas funciones de representación (ante los medios de comunicación, las autoridades policiales y gubernamentales) no eran eternas, ni un privilegio, sino surgidas de un mandato de asamblea regido por la igualdad de todos sus integrantes. Si estas tareas eran rotativas y por un plazo determinado ¿por qué las cosas deberían ser de otra manera en las actividades, en el trabajo diario?


Cabe aquí hacer una aclaración y, por qué no, una reivindicación de la relación (siempre tensa e inestable, cambiante) de los movimientos sociales con el Estado. Una relación que fue más bien práctica que teórica.


Partiendo de necesidades tan elementales como la carencia de comida, la falta de mínimas condiciones para garantizar la subsistencia, los MTD, mayoritariamente, tomaron los planes de empleo, y en general, todo tipo de ayuda social-estatal. En un contexto de retroceso y profundas derrotas del movimiento obrero; de avance feroz del neoliberalismo, el Estado respondió ante el reclamo por trabajo, surgido de intensas luchas sociales, con una política de ayuda focalizada, miserable. Sin embargo, los piqueteros, vivenciamos eso como un elemento a resignificar. Si el Estado buscó con esos planes frenar, contener el conflicto social, los movimientos tuvieron la capacidad de multiplicarlos. Y las enseñanzas de la ruta fueron muchas.


Si bien en términos económicos, materiales, las conquistas fueron mínimas (aunque nada despreciables, teniendo en cuenta la situación de la que se partía), la lucha dejaba lazos solidarios constituidos. Las conciencias se transmutaban; la acción colectiva se revalorizaba: la acción política, nuevamente, realizada a través de los cuerpos y no de los discursos o la virtualidad de los medios de comunicación.


Los planes sociales fueron claramente un elemento de disputa. Lo que en manos del Estado era convertido en “cajas” para fortalecer sus estructuras clientelares y la cultura asistencialista, en manos de los movimientos más genuinos, posibilitó desarrollar proyectos populares regidos con otras lógicas políticas. Conformando Asociaciones Civiles que se presentaran ante las autoridades como organismos responsables, legales, los movimientos conquistaron que los planes de empleo, por ejemplo, contengan una contraprestación comunitaria de los beneficiarios. El Estado puso parte de la plata, sí, pero quien se hizo cargo de los proyectos de trabajo (sean comunitarios o productivos) fueron los propios movimientos. Claro que con mucho esfuerzo, y partiendo de la carencia casi absoluta. Y también de la ineficiencia o las trabas puestas por las estructuras de poder.


Fue el comienzo, luego de muchos años, de un desarrollo en la organización de base por parte de un sector importante de los trabajadores. En este caso, el más golpeado por las políticas neoliberales. De ahí la paradoja: un sujeto que se recompone desde el lugar de no-sujeto. Desde el no lugar social. La no identidad. Desde la condena a no ser o ser inclasificable. De ahí que muchos denominaran a este sector, en su momento, como el de los nuevos “desaparecidos sociales”.


A través de esos proyectos, decía, se lograron llevar adelante emprendimientos de pequeña escala, pero que recuperaron la autoestima y pusieron en funcionamiento una dinámica democrática, masiva y autónoma de participación popular. Desarrollada por fuera de las estructuras tradicionales: sindicatos, iglesia, partidos (aun los de izquierda). Tal vez la excepción sea el “bloque matancero”, cuyo eje fue la Federación de Tierra y Vivienda- Corriente Clasista Combativa (FTV-CCC), lideradas por Luis D´elía y Alderete. La primera organizada al interior de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). La segunda, impulsada por el Partido Comunista Revolucionario (PCR).


Regresando a los proyectos de autogestión, un par de cuestiones por remarcar. Algunas de ellas centrales: las formas de estructurar cierto tipo de relaciones sociales (al interior de cada grupo pero también con los consumidores); el cómo distribuir el trabajo y la ganancia de forma equitativa; cómo gestionar de manera transparente, participativa, libre y compartida las cuestiones comunes; y un largo etcétera, todo, fue quedando en manos del movimiento social. Todos estos proyectos se desarrollaron en las barriadas: el territorio, comenzaba a delinearse como nuevo escenario, tanto de conflicto como de organización. De ahí que la disputa con el “pejotismo” (el parato del Partido Justicialista) no se diera sólo en términos geográficos, sino y por sobre todo, como una disputa simbólica y material en torno a las maneras de estructurar la vida social.


Lo interesante a rescatar es que, quienes llevaban adelante estas iniciativas de autogestión, continuaban siendo parte de una organización de masas, que luchaba por mejoras sociales, sí, pero también por construir un tipo de sociedad radicalmente distinta a la vigente.


Tal vez debamos ver allí, en los talleres de capacitación de oficios; en los micro-emprendimientos productivos, en las actividades comunitarias desarrolladas en las casas de vecinos que prestaban un espacio, los gérmenes de los futuros centros comunitarios, donde grupos de trabajo autogestivo y cooperativas de oficios emprenden sus tareas en la actualidad.


5-


Si de lo que se trata es de ver que es lo hacemos con lo que han hecho de nosotros, podemos pasar revista de las respuestas, de las iniciativas que actualmente continúan desarrollando quienes, a pesar de la reactivación del mercado laboral en los últimos años, no entran -y difícilmente lo hagan- en el mundo tradicional del trabajo. Me refiero al sector de jóvenes marginados, de ancianos, de mujeres pobres a cargo de numerosos hijos, que continúan formando parte de los MTD.


Estas familias –también integradas por changarines, trabajadores flexibilizados con pocas posibilidades de acceder a niveles de “formalidad”- con problemas de vivienda y falta de servicios básicos; sin cobertura social; con dificultades de acceso al ya de por sí deteriorado sistema de salud y educación, son quienes continúan organizados en las barriadas. Intentando consolidar núcleos locales de poder popular. Luchando contra la concepción instalada en el sentido común, los grupos de trabajo autogestivo y las cooperativas promueven la autoorganización.


Sin patrón, ni jefe de personal que ordene qué hacer; intentando revertir las posturas individualistas, escépticas, basadas en la “ley del menor esfuerzo”, que muchas veces prima como lo normal, estas experiencias intentan abrirse paso a partir de la decisión colectiva tomada en asambleas; la socialización de los conocimientos; la autoformación política; la reconstrucción de valores y una cultura propia de los trabajadores, en fin, haciendo de la pedagogía del ejemplo un que-hacer cotidiano.


Tengamos en cuenta que, a diferencia de la organización gremial, estas proyectos no sólo defienden intereses propios frente a organismos patronales (en los casos en los que el Estado compra sus productos o subsidia maquinaria, infraestructura, movilidad), sino que además, tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de sacar el trabajo adelante, sin “chantas” que lucren del esfuerzo de sus pares, pero también sin mandos jerárquicos que “vigilen”. Por eso estas experiencias se parecen más a las de las fábricas recuperadas que a las de los sindicatos o gremios combativos. Aunque a diferencia de las “recuperadas”, las cooperativas y grupos autogestivos parten de niveles de precariedad muy fuertes: no hay una infraestructura, con maquinarias y trabajadores experimentados en los oficios que se quedan sin patrón. Se parte sin ellos -lo que puede ser una ventaja- pero también sin la base material y la experiencia que poseen sus trabajadores. Una década de neoliberalismo ha carcomido, en gran parte, muchos de los saberes de los trabajadores retransmitidos de generación en generación.



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Detengámonos un poco en estas experiencias. Veamos sus aportes. Si bien son el fragmento de un fragmento (sólo un sector de los trabajadores, organizados en una de las experiencias político-sociales existentes), poseen una riqueza inmensa, debido al carácter prefigurativo que mencionábamos.


Algunas de estas iniciativas son la Cooperativa de Oficios en Ciudad de Buenos Aires; la Bloquera (fábrica de bloques de cemento para la construcción) y el Taller de serigrafía en el predio Roca negra, en Lanús; la Cooperativa de electricidad en la zona de Quilmes-Almirante Brown; la Cooperativa de construcción de viviendas en la provincia de Tucumán; los talleres textiles en varios distritos de la zona sur del Gran Buenos Aires y la periferia del Gran La Plata; La pizzería que funciona en el Centro social y Comunitario Olga Vázquez, en la ciudad de La Plata; el Grupo-editorial El Colectivo. La Cooperativa de Trabajadores Rurales en el Partido Bonaerense de Vicente López. Sin dejar de mencionar los Proyectos Jóvenes, que en base a subsidios estatales, llevan adelante talleres de cultura de la propia organización (música, plástica, teatro) y de formación de oficios (gestando las primeras herramientas en electricidad, carpintería, herrería).


Estos intentos de producción autogestiva se complementan con el desarrollo de Redes de Comercio Justo, como las que se desarrollan en la actualidad en Buenos Aires y La Plata.


Cabe aclarar que, al igual que cuando los MTD formaron Asociaciones Civiles para poder garantizar la autogestión de la ayuda estatal (planes de empleo; subsidios para comedores y merenderos), la conformación de Cooperativas de Trabajo no altera la dinámica de participación popular autogestiva, basada en asambleas y talleres de formación, y los criterios igualitarios que ya mencionamos. Tal vez sea una indicación puntillosa, pero quienes conocen las experiencias de Cooperativas punteriles (aquellas que responden al aparato del Partido Justicialista), que en realidad son pantallas para extraer dinero y desviarlo; o las Cooperativas empresariales; aquellas que bajo ese nombre contratan trabajadores que se ven sometidos a peores condiciones que en cualquier otra empresa, pero que implican el beneficio para los empresarios, de quedar exentos de impuestos. En fin, para no dar lugar a dudas, cabe aclarar que el nombre, la forma jurídica, no es más que un aspecto legal. En todo caso puede dar una cobertura mayor a la legitimidad de los procesos de autoorganización de los trabajadores.


En el caso del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra del Brasil (MST), a quien, desde estos pagos, se ha observado atentamente en todos estos años (y con quienes se han compartido experiencias comunes en algunos cursos de formación y visitas a sus asentamientos), definen a las a las cooperativas como “...una asociación autónoma de personas que se unen voluntariamente para satisfacer aspiraciones y necesidades económicas, sociales y culturales comunes...”(MST, s/d). Lo que distingue a sus cooperativas de otros organismos sociales es el carácter colectivo de la propiedad y que se rigen por principios democráticos, de adhesión libre, voluntaria y responsable de sus integrantes. Tal como se decía anteriormente, estas experiencias son espacios de convivencia, de aprendizaje mutuo.


La importancia subjetiva de la que hablamos a lo largo de estas líneas vuelve a mostrar su fuerte impronta. Los valores con los que se construyen las relaciones sociales en la cotidianeidad no son una cuestión menor. La solidaridad, el compañerismo, la preocupación por el otro (sea alguien que integra el grupo de trabajo, un miembro de la familia, vecinos o amigos de la zona en donde se encuentra la cooperativa) hacen a una ética de lo común, de lo comunitario.


“La práctica de la cooperación es, para el MST, un gran instrumento pedagógico para la construcción del ser social”, dicen los brasileros en la cartilla citada.


Al igual que el MST, las prácticas de autogestión del trabajo desarrolladas por los colectivos y movimientos que integran el FPDS, sostienen que su desarrollo no puede estar desvinculado del proyecto estratégico de cambio social. Los elementos de socialismo práctico desplegados en la cotidianeidad, en pequeña escala, aspiran, como ya remarcamos, a extenderse socialmente. Y para ello es necesario participar de la lucha política. Buscando formas de intervención en las coyunturas, aspirando a cambiar las relaciones de fuerzas, pero también encontrando las maneras de organizar una presión colectiva tal, que posibilite un mayor apoyo a estas prácticas.


7-


Cabe aclarar que la reivindicación de estas experiencias desarrolladas por los movimientos territoriales (los piqueteros), no excluye la emprendida por el resto de la clase trabajadora. Por el contrario, estamos convencidos de que, en la medida en que no se articulen las apuestas de los trabajadores desocupados con la de los flexibilizados y los formales, todas estarán permanentemente amenazadas. El paso de la marginalidad a un trabajo precario, y de este a uno formal, y viceversa, son bastante frecuentes. Sobre todo en el primer caso.


Tal como sostiene Ricardo Antunes en su tercera tesis, sostenemos que “viviendo en una sociedad que produce mercancías, valores de cambio, las revueltas del trabajo tienen su estatuto de centralidad” (Antunes, v/d). Confiamos aun en la potencialidad anticapitalista, en las posibilidades de emancipación humana viabilizadas a partir de las luchas desarrolladas por la “clase-que-vive-del-trabajo”.


Sabemos, sí, que cada fragmento de la clase trabajadora en la actualidad, contienen un lógica distinta. Y de ahí en gran parte las dificultades. Sin embargo, si bien articular no puede implicarnos homogeneizar prácticas, lógicas cotidianas que son por sí diversas, tampoco esa multiplicidad tiene porqué, necesariamente, que proyectarse sólo hacia sí misma, de manera cerrada, haciendo de la fragmentación una situación inmutable, insuperable. Naturalizar la fragmentación, o peor aun, reivindicarla como virtud, puede conducir a perpetuar la situación actual, planeándola como insuperable.


Claro que la centralidad de la que hablamos, nada tiene que ver con la entendida antaño. Es decir, la centralidad (casi excluyente) de los proletarios industriales, mayoritariamente concentrados en determinadas zonas urbanas. En el FPDS concebimos al sujeto trasformador como un sujeto plural. Hablamos de una construcción multisectorial e intentamos dar cuenta de las transformaciones que en el mundo y en nuestro país, se desarrollaron en las últimas décadas. De hecho, sucede que en la actualidad, muchos artistas y estudiantes, por ejemplo (sobre todo estos últimos) son también trabajadores. Sucede, por otra parte, que luchas que años atrás se libraban desde organizaciones específicas, hoy son cuestiones asumidas al interior de los movimientos y colectivos de clase. La pelea por la defensa de los recursos naturales, por la igualdad de género y el respeto por la diversidad sexual, son ejemplos paradigmáticos.


Una digresión. Sólo un paréntesis. No es el tema que se pretende desarrollar aquí. De ahí que sólo se haga una mención. Sin embargo, me pareció que no se podía dejar de comentar, brevemente, que en los últimos años los trabajadores asalariados en Argentina, mostraron, nuevamente, una importante capacidad de lucha. Junto con ellas aparecieron, por supuesto, las tradicionales burocracias sindicales (devenidas camarillas empresariales) y las lógicas ortodoxas de la izquierda tradicional. Pero también nuevas camadas de trabajadores que profundizan la búsqueda de algo nuevo, distinto a lo que ya se conoce como la "política sindical". Parte de esa búsqueda llevó a que los trabajadores asalariados del FPDS conformaran La Fragua, una publicación que actualmente nucléa activistas de distintas zonas del país.


La experiencia de los subterráneos en la ciudad de Buenos Aires; de los docentes en la patagonia, fueron las que mayor repercusión mediática alcanzaron. Pero no son los únicos. Existen otras, que forman parte de este proceso de recomposición que los trabajadores, lentamente, vienen desarrollando. Y Sospechamos, además, que otras tantas pueden estar, ahora mismo, gestándose en otros sitios.


En los casos en los cuales las organizaciones populares no se han integrado al Estado, al proyecto presidencial actual, ni se han visto reducidas a la categoría de "voz moral" (aquellos movimientos que, más que construir autonomía y poder desde abajo, se dedican a proclamarla y juzgar lo desprolijo de las construcciones ajenas), han tenido que sortear varios obstáculos: entre ellos, superar el carácter netamente sectorial y reivindicativo de sus dinámicas políticas.


El paso -o el salto abismal en muchos casos- que los movimientos sociales tuvieron que dar para sobrevivir en coyunturas de repliegue de las dinámicas de participación popular y recomposición de la institucionalidad basada en la lógica de la representación, fue realmente muy grande. El desafío de articular lo corporativo con lo popular y dar un salto mas nítido a lo político implicó, forzosamente, un cambio en la agenda propia que como movimiento social se tenía.


El desarrollo y consolidación de la autogestión del trabajo al interior de los movimientos; el cambio en la coyuntura del país (de la desocupación estructural al precarización estructural); las consecuencias de las políticas neoliberales (tengamos en cuenta que asistimos a una generación que, en el caso de conseguir un trabajo, no ha sido formada en ningún tipo de oficio y que, en muchos casos, no ha visto a sus padres y familiares trabajar); estos aspectos centrales y seguramente otros más, implicaron para los movimientos una apuesta muy fuerte por la transfiguración de sí mismos. El cambio de las consignas evidencia este proceso. Si antes se hablaba de trabajo-dignidad-cambio social; de democracia directa y horizontalidad, en la actualidad se habla de autonomía y construcción de poder popular; del socialismo (del siglo XXI) como horizonte y práctica actual a desarrollar.


Los desafíos, por supuesto, son intensos. Si en sus comienzos los movimientos desplegaron políticas para resolver las problemáticas de un sector social mas o menos estable (la desocupación se mostraba como estructural y difícilmente modificable) y dar los primeros pasos por constituir un tipo de subjetividad alternativa, que declamara la necesidad de un cambio social, ahora, para continuar desarrollándose tienen, necesariamente, que consolidar una visión política y un proyecto más amplio que los exceda. Pero por sobre todas las cosas, ya no se puede declamar la pertenencia de los desocupados a la clase trabajadora. Se necesita, además, desplegar políticas que lo efectivicen. Porque como decíamos líneas arriba, lo estructural de la desocupación disminuyó.


Si bien para un sector de los trabajadores su situación no se modifica en lo esencial (de ahí la urgencia por desarrollar con un relativo éxito económico los trabajos autogestivos), por otro lado, aquellos que antaño se encontraban desocupados, hoy están relativamente ocupados, e ingresan al mercado sin un oficio, sin una tradición "sindical" que lo respalde (en el sentido de experiencia, memoria acerca de los "derechos" conquistados históricamente por la lucha de los trabajadores).


A su vez, los trabajadores formales continúan con esa presión empresarial sobre sus condiciones del que-hacer diario. Si antes la amenaza era quedar despedido y el latiguillo "hay 4.000 afuera", ahora la tensión tiene más cercanía: "hay muchos esperando para entrar”. “Por el mismo dinero que vos, están dispuestos a realizar los mismo, y trabajando más horas".


Como se pudo observar, en estas líneas se desarrolló una visión más política que económica o filosófica sobre la cuestión del trabajo. Los desafíos para quienes pretendemos llevar adelante un proyecto que emancipe al trabajo frente al capital, son aun muchos y complejos. Eso sí, no partimos de cero. Sin embargo, no podemos descansar en la supuesta tranquilidad de que, ya en el pasado, otros han pasado por situaciones similares y discutido las mismas cuestiones. Los contextos siempre son diferentes. Y si entendemos a la política como una invención, una apuesta, deberemos poner todo de nosotros y asumir nuestra práctica cotidiana como una repetición creativa. Es decir, asumir los viejos debates en los nuevos contextos.


Entablar un diálogo con las generaciones que nos precedieron, así como una discusión. Hacer del legado una nueva apuesta y no imposición del pasado como autoridad. Rescatamos el carácter conflictivo de la relación entablada con las generaciones del pasado, tal como ha propuesto Eduardo Rinesi. “Es sólo en la polémica con ellos que se va definiendo la originalidad del propio pensamiento” (Rinesi, 2003, p.151). Porque no podemos permitirnos, como legatarios, tener una actitud pasiva. Por el contrario, los grandes clásicos (sean éstos teóricos o experiencias) deben implicarnos, ser inspiración, en tanto mensaje que necesita de nuestra decisión de relectura y selección. De nuestro recorte crítico a la adhesión. De nuestro no estar enteramente de acuerdo con lo que leemos de los textos y las prácticas que nos antecedieron.


Caminar, entonces, como equilibristas, por el fino sendero de la dupla tradición-innovación. Asumiendo que -tal como una vez me dijo un amigo- la verdad puede ser un teorema. Pero por sobre todo -y con esta última opción nos identificamos- la verdad puede ser, tranquilamente, un poema.




Bibliografía citada

Libros:

- Nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra. Trad. de Carlos Mahler. Mil ejemplares. Buenos Aires, Andrómeda, 2003, 316 pags.
- Rinesi, Eduardo, Política y tragedia. Hamlet, entre Hobbes y Maquiavelo. Mil ejemplares. Buenos Aires, Colihue, 2003, 284 pags.

Artículos en libros:

Antunes, Ricardo. “¿Cuál crisis de la sociedad del trabajo?”, en: ¿Adios al trabajo?, versión digital en: http://www.herramienta.com.ar/

Artículos

MST, “¡Que es una cooperativa?”, en: Cartilla del MST, s/d.

viernes, 16 de noviembre de 2007

PRÓLOGO a De la olla al piquete

Un libro de Sonia Vilela
POR: MARIANO PACHECO


El libro es excelente. Y lo digo seriamente y no porque la autora sea mi amiga. O no solamente por ello. “De la olla al piquete” es un libro construido con excesiva responsabilidad: atendiendo al más mínimo detalle, chequeando al máximo cada dato.
Como todo lo emprendido por la autora, posee características bien suya: esta construido lenta, paciente, apasionadamente. No es para menos: es una militante popular, con todas las letras que componen aquella maravillosa y extraordinaria palabra.
La experiencia posee características bien propias de ciertas experiencias políticas y sociales del nuevo milenio: me refiero al sentido de pertenencia. El proceso que marca el “tipo de redacción” del trabajo es el proceso que llevo a la autora a pasar a estar adentro y dejar un cierto afuera.
“Afuera llueve y el mundo está por hacerse”, dice un viejo poema de Juan Gelman. Ahora llueve, en esta navidad en la que me tomo un respiro de mis “papeles de trabajo”, enciendo un poco de tabaco, le cambio yerba al mate y miro por la ventana de mi habitación. “El mundo debe re-hacerse”, me digo. De fondo, un viejo tango de Gardel acompaña mi tarde. Mientras leo los borradores que la autora me pasó, me emociono: no puedo evitarlo. Es que su relato es como si fuera el mío, el de ella o él, el de tantos compañeros y compañeras que protagonizamos las gestas de aquellos días.
¿A qué me refiero? Simple: hablo de la experiencia concreta por la cual atravesaron los Movimientos Populares Autónomos en la Argentina de la post-modernidad, no tan post, o al menos no para todos, todas...
Precisamente a una cuestión simple y concreta me refiero: la autora forma parte de esa decena de personas que transitaron la vivencia de acercarse a una experiencia protagonizada por los sectores de la clase trabajadora mas golpeados integralmente por las políticas neoliberales... acercamiento dado desde una pertenencia material concreta dentro de lo que en Argentina denominamos comúnmente como “los sectores medios”.
La autora se acercó al MTD de Almirante Brown tras los sucesos del 19/20 de diciembre de 2001. No es casual. Ella se acercó y no fue luego de un “tour”. Tampoco se marginalizó/desclasó (eufemismo del viejo “proletarizarse”). Es decir, como muchos, se acercó “desde afuera” a la experiencia.
Pero eso de poder transitar un camino por los bordes la hizo quedar. Sin embargo no abandonó su que-hacer diario (que a estas alturas me da calor decir de “pequeña burguesía urbana”): trabajar de docente para garantizar el alquiler de cada mes, la comida, el pasaje de colectivo, tren, subte de cada semana, los “cigarrillos” y la vianda de cada día. Tampoco abandonó su vocación por este oficio de escribir.....
Por todo esto es que digo que “el tipo de redacción” del trabajo va “del afuera al adentro”. Esa es la clave para comprender esta “investigación-testimonio-militante”. Porque la autora cuenta –utilizando herramientas que le ha brindado su formación en la Universidad de Buenos Aires– la vivencia de un colectivo –sin dejar de tener en cuenta permanentemente las individualidades que la componen– del cual ella no formaba parte y terminó siendo parte. De ahí el recorrido de su escrito. De ahí lo novedoso: no es un mero relato de una experiencia particular, individual (que no por ello es menos valorado, por supuesto), ni tampoco es una fría investigación que se para desde una posición “objetiva”… desde afuera.
Este trabajo es, como decía anteriormente, una “investigación-testimonio-militante” que combina la objetividad de ciertos datos –extraídos en una paciente y concienzuda investigación– con el ardiente y apasionado relato de quien se COMPROMETE con la realidad; de aquellos que asumen el (su) tiempo histórico. En fin, de aquellos que, parafraseando a Jean Paul Sastre, viven la/su realidad “como contribución posible a una época entera y al mismo tiempo como praxis particular de un individuo definido por su aventura histórica y personal en el seno de una historia mas amplia que lo condiciona”.

jueves, 11 de octubre de 2007

Un períplo por Leónidas Lamborghini

Teatro, política y reescritura de la historia

Por: Mariano Pacheco(*)

"Aunque rajemos ante la superioridad del enemigo, nunca nos sentimos derrotados. Nos acordamos de una trompada, un piedrazo, un enemigo caido. Y al revivir los momentos heróicos de la lucha, nos vamos convenciendo de que, en verdad, no fuimos vencidos".
Guillermo Saccomanno, en El pibe.

El jueves 6 de agosto, en el auditorio de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, el Grupo Teatral Independiente Todos Juntos estrenó la obra "Eva Perón en la hoguera". Escrita por Leónidas Lamborghini en 1972, fue reelaborada por el autor para esta ocasión. Dirigido por Humberto "Coco" Martínez, el grupo está integrado por Griselda "Grillo" Cugliati y María Ezter Mazza. La idea de readaptar la obra al contexto actual (Evita, junto a la lucha de los excluidos), surgió luego de que Lamborghini asistiera al estreno realizado por el grupo a principios de este año. En aquella oportunidad, Coco Martínez agradeció a los amigos presentes en el lugar y dedicó la obra “a los que luchan y a los que ya no están”. También remarcó que la pieza tiene la potencia de lo no dicho y que, como en nuestra historia, la presencia y la ausencia son dos factores esenciales.

Eva Perón en la hoguera tiene como punto de partida a La razón de mi vida. Por eso, podríamos decir, la obra fue re-escrita desde sus inicios. “La necesidad de tal ejercicio de destrucción y re-construcción del modelo para darle una nueva forma, tiene relación con la idea de darle una nueva vida... A esto he llamado reescritura intratextual, a la poesía convertida en un juego maravilloso mediante el cual el mundo sea recreado constantemente...”, supo decir Lamborghini para explicar esto de las “reescrituras”.

En diálogo con este cronista, Griselda expresó: “Cuando Coco trajo la propuesta nos encantó. Esa ruptura de la sintaxis, expresando la realidad del oprimido, que sabe lo que quiere decir, pero no lo puede decir, nos pareció genial”. Se refiere a las lecturas Fanonianas acerca del oprimido (recordamos que Franz Fanon fue un psiquiatra argelino comprometido con la lucha de liberación que su pueblo llevó adelante contra los colonialistas franceses. Su libro mas conocido: Los condenados de la tierra, con prólogo de Jean Paul Sartre).

Lectura Fanoniana que enlaza claramente con el de las reescrituras, que es el tema de la pieza. Y esta seguda, fundamental para rescatar el carácter contestario de Esa Mujer (a decir de Rodolfo Walsh), que hoy es más invocada como fetiche que otra cosa. "Las reescrituras se obstinan en invocar pronunciaciones mágicas", escribió Esteban Rodriguez en su Estética Cruda. Remarca, este autor platense, el carácter de insistencia y no de ruptura de las reescrituras. "Duración testatura", dice. Porque hay algo que hoy se torna fundamental en la lucha de los excluidos. La posibilidad de rescatar a Evita como símbolo de combate por la emancipación, necesita desandar una operación: la insistencia oficial; esa que hace de las placas y las conmemoraciones su método de petrificar lo que nombran.

En cambio, en la reescritura Lamborghinesca, la que se coloca en la barricada levantada por quienes enfrentan las políticas oficiales, se vislumbra la posibilidad de la insistencia de los vencidos. No para copiar el pasado, sino para recrearlo. Reescritura que posibilita la combinación de temporalidades diferentes. La evocación del mito. La mixtura de lo viejo y lo nuevo.

Veamos de que se trata. Dejemos que la obra hable por sí misma: "Quiero explicarme aquí: un sentimiento que: la causa. Quiero explicarme aquí: la indignación. Los ricos como árboles, los pobres como pastos. Mi día hoy, mi maravilloso. Un camino nuevo: lo por hacer, la cosa por: la revolución por..."

Actitudes y expresiones a rescatar. Un legado a recrear. Palabras de Esa Mujer. Como las pronunciadas el 22 de agosto de 1951, en el Cabildo abierto del Justicialismo: "Yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores". Como cuando, luego de ser operada, votó en la cama, en las primeras elecciones en las que lo hicieran las mujeres. O su compra de armas, realizada tras el golpe de septiembre de 1951, para que "los muchachos de la CGT formen milicias". O su último discurso público, pronunciado desde las entrañas de sus 37 kilos: "Si es preciso haremos justicia por nuestras propias manos".

Hoy, que se hace tanta política oficial, antipopular en su nombre, no vendría mal recordar ese tipo de palabras: "Desterramos la limosna para exaltar la solidaridad como obra de justicia". Nada de esto se recuerda hoy. Sólo aparece el fetiche Evita. Por supuesto, palabras como "durante un siglo los explotadores de la clase trabajadora fueron los privilegiados, hace falta que eso sea equilibrado con un siglo donde los privilegiados sean los trabajadores", no son muy funcionales a un proyecto de país en donde las condiciones de vida de los laburantes se ven deteriodas y pauperizadas. Como bien sabe Leónidas, que antes de ser poeta fue obrero textil, al exponer en la obra: "Contra todo privilegio, Contra toda oligarquía. Cien años de: la (injusticia de un siglo... destruir la limosna...

Dejemos, para terminar, que la voz de Lamborghini rsuene entre nosotros. Las palabras desde la hoguera, pronunciadas por Esa Mujer: "Para mí los obreros: en primer lugar... los que en columnas alegres... los que reclaman. los que a gritos. Los que (encendieron: los que hogueras... para mí los organizados. Los obreros: ¡ellos son! Para mí el pueblo: ¡ellos son! Sí: que nadie explote a nadie. La razón de mi vida es... la razón de mi muerte es (la causa es... Yo: lo que quise, mi palabra está"

(*)Formó parte del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón en Almirante Brown y actualmente participa de la Agrupación Compañeros y del colectivo de estudiantes La Náusea, ambos integrantes del Frente Popular Darío Santillán. Es estudiante de filosofía de la UBA. Publicó Del piquete al movimiento. Parte I: De los origenes al 20 de diciembre de 2001 y Parte II: De la insurrección de diciembre a la masacre de avellaneda (en prensa). Es coautor de Reflexiones sobre el poder polar; columnista de distintos programas en la Radio La voz de las Madres y colaborador de la Revista Herramienta y los sitios web Prensa De Frente y Agencia Nodo sur.




jueves, 4 de octubre de 2007

Conceptos y prácticas del poder popular

El sueño de una cosa, Introduccion al poder popular , Editorial El Colectivo, Miguel Mazzeo Buenos Aires, 2007, 220 páginas.
Por Mariano Pacheco





Miguel Mazzeo se mete en este libro con conceptos y prácticas que vincula al Poder Popular. En la actualidad y en el pasado. De Karl Marx al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. De Rosa Luxemburgo a nuestro filósofo Carlos Astrada, el autor desmenuza los conceptos y palabras. Desde los distintos usos del término hasta el análisis de la dialéctica sujeto-poder y por qué es poder y popular el poder popular. En estas páginas podemos encontrarnos con citas de Trotsky, Lenin, Gramnsci, Lukács pero también de Bloch y Passolini. Holloway y Negri. Tampoco están ausentes argentinos como Santucho o Rubén Dri; Thwaites Rey o Raúl Cerdeiras.
Experiencias como la del gobierno de Unidad Popular en el Chile de Salvador Allende o las influencias en los procesos latinoamericanos por parte de la corriente eclesiástica de la teología de la liberación, así como los procesos más recientes de Venezuela y los Sin Tierra en el Brasil, forman parte del abanico de sus preocupaciones actuales. Por su puesto, el foco está puesto en la experiencia desarrollada en nuestro país en la última década. Las experiencias autónomas, que intentan gestar construcciones contrahegemónicas son analizadas con detalle. Posicionándose como parte de ellas, sin embargo, el autor no las idolatra. Las analiza críticamente. Instala debates. Mete el dedo en la llaga, como quien dice. Por supuesto, lo hace con respeto y desde el interior de esta nueva izquierda. No como "intelectual-especialista", sino colocándose en el lugar sartreano del escritor como un "hombre entre otros hombres".


Una pequeña disgreción. Unas palabras sobre la tapa del libro.
Florencia Vespignani, Diego Gonzáles Lean y Alejandra Andreone toman El jardín de las delicias, la parte central del tríptico del Bosco. Unas fotografías de Sebastián Hacher. Gestan un collage. La fotografía es una de las tantas en donde podemos claramente observar la diversidad de colores y siglas, de banderas presentes en movilizaciones. Hombres y mujeres, viejos y niños. Van aplaudiendo, cantando, mientras avanzan en una de las típicas y desprolijas columnas de los de abajo. El pueblo, "que regresa puteando alegremente", a decir de Mario Benedetti. "La mersa", que "rescata consignas de las alcantarillas y las escribe a lo ancho del cielo/ le da al bombo con su más generoso rencor".
Lo novedoso es que el autor haya elegido a uno de los más grandes exponentes de la pintura flamenca de los siglos XV y XVI para entremezclarlo con los piqueteros. Novedoso hasta cierto punto, si tenemos en cuenta que éste es un artista con una imaginación que vuela hasta lo inusitado. Hieronymus Bosch ha sido un heterodoxo, un audaz de su época. Un pedagogo sostenido en la ética visual. Por algo Breton, en sus Manifiestos, lo legitima como "pionero del inconciente creador inacabable".


El primer efecto de la imagen selvática del Bosco es la percepción de lo universal y múltiple concentrado en un espacio pequeño y estrecho. Un lienzo en donde una realidad otra se hace presente. Como en el libro de Mazzeo, que logra dar cuenta de esas realidades otras que en Argentina y otros sitios del mundo se están expresando como "síntomas" de algo más amplio y novedoso, según señaló el sub-comandante Marcos.
Mazzeo también ha sido un heterodoxo afín a los herejes. Pareciera que se hubiera trazado un sendero desde que comenzó a publicar sus preocupaciones: de Mariategui, Gramsci y John.W.Cooke a su tipología sobre el movimiento piquetero, pasando por sus análisis de los procesos de globalización neoliberal, hay un sólo movimiento.


Siempre apelando a la audacia, sus reflexiones tienen un punto de llegada en sus dos últimos libros, que podrían considerarse dos partes de un mismo trabajo. Si en Qué (¿no?) hacer se mete con el momento "negativo", "crítico" de los movimientos y colectivos que en la actualidad brevan por gestar nuevas políticas de emancipación, en "Introducción" redobla la apuesta e intenta dotar a esas prácticas de un cuerpo teórico mas o menos coherente. Imbuido en ellas, el autor no se coloca por fuera de esas experiencias, intentando mantener cierta distancia "objetiva". Por el contrario, el carácter de "notas" que le da a sus palabras, la perspectiva de introducción que tiene su libro, nos habla de una manera determinada de concebir la construcción política en esta nueva izquierda autónoma, a la que denomina "Izquierda por venir".

Si en la primera mitad de la década de los 90 el autor transitó los pasillos de la Universidad de Buenos Aires para formarse como historiador, y militar en las agrupaciones estudiantiles que aun intentaban sostener una posición en medio de la devacle, en la segunda mitad se lo puede ver siendo parte de distintas Cátedras Libres. En Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y otros sitios del país, Las Cátedras del Che; de Pensamiento Latinoamericano; de Movimientos sociales; de América Latina; de J.W.Cooke, entre otras, encontraron a Mazzeo como coordinador o parte del equipo organizador.

Por fuera de esos espacios, las instancias de formación política en el interior del Movimiento de Trabajadores Desocupados Anibal Verón, primero, y del Frente Popular Darío Santillán, luego, son parte del mismo recorrido.

Por eso, hablar del último trabajo de Mazzeo es un poco ingresar en el mundo del proyecto editorial que lo publica, y del cual el autor es parte activa. En este primer libro, el nombre (
El Colectivo ) queda bastante claro.

Tanto la diagramación interior, como la corrección y el diseño de tapa, así como la impresión y ahora su puesta en circulación (de mano en mano, pero además ingresando en el circuito comercial a través de la recientemente creada Distribuidora Cultural), fueron llevados adelante con vocación militante por compañeras y compañeros que emprenden estas tareas con la convicción de dar una batalla más por la gestación de una alternativa de emancipación.

Luego de El sueño de una cosa, la Editorial El Colectivo sacó a la calle El Gauchito Gil (con fotografías y textos de Sebastián Hacher); Estado de gracia (una novela de Guillermo Cieza) y Reflexiones sobre el poder popular (un compilado de ensayos de autores varios).

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Literatura, pasión e historia

Libros: La astucia de la razón
de José Pablo Feinmann

"Es lo particular lo que se halla empeñado en la lucha y lo que, en parte, queda destruido. No es la idea general lo que se entrega a la lucha y se expone al peligro; ella se mantiene en la retaguardia; puesta a salvo e incólume. Debe llamarse astucia de la razón al hecho de que ella haga actuar en lugar suyo a las pasiones (...) La idea paga el tributo de la existencia y de la caducidad no por sí misma, sino mediante las pasiones de los sujetos". F.Hegel




Uno-
Con este epígrafe José Pablo Feinmann da inicio a su novela La astucia de la Razón, originalmente editada por Norma en el año 2001 y reeditada esta semana por el diario Página/12. Es el año 1979 y el país está asolado por una dictadura militar. La más feroz de toda su historia. Pablo Epstein conversa con Norman Backauss, su analista. Es un relato retrospectivo. Así llega al año 1975; año en el que es operado del testículo derecho (El día D es el doce; el mes, noviembre).
Con esta escena comienza el libro, que contiene un relato en dos tiempos. En unos capítulos, el protagonista se encuentra en una sesión de psicoanálisis. En otros revive un momento muy particular de su vida: también en noviembre, pero una década antes (es decir, en 1965, cuando tenía 23 años).
Se encuentra entonces con Hugo Hernández, Ismael Navarro y Pedro Bernstein, tres compañeros que junto a él, estudian filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Están en Punta Mogotes, debatiendo sobre el sentido final de la filosofía.
Es importante tener en cuenta dos cuestiones referidas a la infancia de Pablo. Una: su padre (un judío convertido al catolicismo, de profesión urólogo) le dice: “yo no me voy a morir”. Dos: el día en que ve el falo grande de Sergio, su hermano mayor. Episodio que define su inclinación por la filosofía. Esto sucede cuando tenía 9 años y se encuentra de vacaciones familiares en San Clemente del Tuyú.
“Y usted que le dijo” le pregunta Norman Backauss a Pablo Epstein. Con esa expresión empieza y termina el primer capítulo. El tercero, comienza y finaliza con una afirmación del analista: "Su padre lo condenó a asesinarlo". La clave de esta parte de la historia es que la frase completa que Pablo escuchó de su Padre no fue “yo no me voy a morir. Sino: "Mientras vos no crezcas, yo no me voy a morir”.

Dos-
La otra arista de la historia tiene que ver con un personaje demorado y de su palabra demorada. El personaje es Hugo Hernández. La palabra es en realidad una frase, pronunciada por éste en aquél asado y utilizada para sintetizar sentido final de la filosofía, según él entiende. La proposición, en realidad, no es de Hugo, sino de quien éste se encontrara en Córdoba, el 4 de diciembre de 1964. Es decir, un año antes de aquel encuentro frente al mar.
“El peronismo es el hecho maldito del país burgues”, le escuchó decir Hugo Hernández al "gordo" John William Cooke, en un asado de laburantes en la casa de René Salamanca, dirigente de los mecánicos y referente del clasismo.
No está de más comentar que el libro tiene el recorrido narrativo del protagonista, es decir, cuanto más avanza la historia, más esquizofrénico se vuelve el relato, ya que la conciencia, por parte del protagonista, de la desintegración de su conciencia, le provoca una neurosis que impone al narrador una compulsión discursiva, reiterativa, a tal punto que logra inquietar al lector. Tanto, que una misma frase, será repetida durante dos o tres páginas seguidas. Sin puntos. Sin comas.
Será a través del diálogo con sus compañeros que Pablo Epstein revise toda la filosofía de la historia: de Hegel a Jean Paul Sartre; de Karl Marx a los teóricos del nacionalismo revolucionario del tercer mundo. Así descubrirá que se ha resquebrajado todo supuesto metafísico y sustento inmodificable o absoluto que pueda ordenar la totalidad de la realidad, y dar sentido a la experiencia, al dolor y a la arbitrariedad.

Tres-
Al final del libro toda esta historia cobra, de alguna manera, un sentido. El relato es circular. Amanece, las brazas del asado filosófico se apagan. Hugo Hernández sentencia: “La hora de la crítica de las armas no está lejos en la Argentina” (La crítica de las armas es el título que elegirá el autor para ponerle al libro que continúa y cierra definitivamente esta historia).
Por otra parte, Norman Backauss sentencia: “Por hoy terminamos”. Es el momento en que Pablo Epstein comienza a contar, por fin, sus fantasías suicidas. Las tiene desde que se juntó con su amigo Pedro, en julio de 1976, y éste le contó dos cosas que lograron perturbar su ya perturbada conciencia.
Una de esas noticias es la del suicidio del tío de Pedro. Hombre que les había prestado el lugar donde realizaron el asado filosófico. La otra, los campos de concentración que, se sabía, había en la Provincia de Córdoba (y, se sospechaba, estaban por toda la Argentina). El horror se apodera de Pablo (éste será el eje del relato del segundo libro).
Una cosa de aquél suicidio llama la atención de Pablo. Pedro le cuenta que encontraron a su tío Ernesto, en su vivienda de la Patagonia, con un revolver en la mano. La cabeza ensangrentada apoyada sobre un libro: Final de juego, de Julio Cortázar, abierto en la página del cuento No se culpe a nadie. Ernesto había subrayado sólo dos cosas: el título; y la primera frase: "el frío complica siempre las cosas". “Por hoy terminamos”, dice Norman Backauss. El relato retrocede nuevamente al año 1975. Al mes de septiembre, cuando Pablo está por ser operado. Cuenta que entonces eligió a su hermano para que lo acompañara. No a su padre, que tenía 83 años (y no se había muerto; con lo cual, Pablo se sentía aun un niño). Tenía miedo de que su padre le dijera: "con un testículo tu potencia sexual disminuye". Y si escuchaba algo así no iba a poder cojer más en su vida, según le cuenta al analista.
"Por hoy terminamos”, dice Norman Backauss. El relato llega, por fin, al 12 de noviembre de 1975, momento de la intervención quirúrgica. Pablo repasa todo ese día, detalladamente, hasta que entra en la sala de operaciones y recibe la anestesia. Tras perder la noción del tiempo y semidormido, escucha una voz: "todo salió bien". Él pregunta: "¿Y el testículo?". El médico contesta: "Hubo que sacarlo, desde luego". Pablo Epstein había cruzado las puertas del infierno.
"Por hoy terminamos”, dice Norman Backauss.

Este artículo fue elaborado originalmente para la columna radial del programa "El Fuego y La Palabra" que se emite los viernes de 20 a 21 horas por AM 530, La Voz de las Madres. Versión ampliada y corregida por el autor para ésta edición.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Darío Santillán y los caminos de la libertad


Por Mariano Pacheco.

Publicado en el sitio Prensa De Frente y en la Revista Devenir nº 6


Maximiliano Kosteki y Darío Santillán son, a mi entender, expresión individual de ese comportamiento colectivo, de ese proceso de politización que se fue gestando en los últimos años de resistencia al menemato. Estos cumpas son expresión de una ética que las nuevas generaciones de militantes fuimos construyendo al calor de la acción directa: de las movilizaciones; tomas de edificios públicos; de los neumáticos encendidos sobre las rutas y puentes y calles del país. También de los escraches. Otras formas de entender la transformación de la realidad, el “cambio social, aparecieron con las luchas y los subterráneos procesos de organización del nuevo milenio.Recordemos entonces, con Maristella Svampa, que gran parte de las organizaciones populares surgidas en la última década, tienen como imperativos insoslayables la des-burocratización y democratización de las instancias de participación. Sobre todo en los jóvenes, nos recuerda la socióloga argentina, la “narrativa autonomista” se caracteriza y se nutre de un “ethos militante” que subraya estas características.Costumbre es la definición de ética que podemos encontrar en el Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora. En Carta sobre el humanismo, en cambio, Martín Heidegger señala que ética deriva del griego ethos y significa estancia, lugar donde se mora. La palabra, insiste, nombra el ámbito abierto donde mora el hombre. Y cita una sentencia de tres palabras que dio Heráclito en Grecia. Se traduce así: Su carácter es para el hombre su demonio. Advierte que, esa traducción, piensa en términos más modernos que griegos. Y sugiere una alternativa: El hombre, en la medida en que es hombre, mora en la proximidad de dios. Cita finalmente un relato de Aristóteles:Se cuenta un dicho que supuestamente le dijo Heráclito a unos forasteros que querían ir a verlo. Cuando ya estaban llegando a su casa, lo vieron calentándose junto a un horno. Se detuvieron sorprendidos, sobre todo porque él, al verles dudar, les animó a entrar invitándoles con las siguientes palabras: “También aquí están presentes los dioses”.Interpretación libre, como sugieren los brasileros del Movimiento Sin Tierra. Optemos entonces la actitud sugerida por Horacio González en su libro La Crisálida: rescatar, como originalidad del pensamiento argentino, su capacidad de mezclar tradiciones, elaborando el derecho a tener una tesis.¿Que podemos tomar de las palabras de Heidegger y, a través de él, de Aristóteles y Heráclito?Rescatemos esta idea de que en lo ordinario hay lugar para que acontezca lo extraordinario. Como bien lo señala Heidegger, citando al propio Heráclito: La estancia (ordinaria) es para el hombre el espacio abierto para la presentación del dios (de lo extra-ordinario). “La estancia”, “el ethos”.Concluyamos, por qué no, arrojando esta hipótesis: en lo cotidiano es posible gestar otra idea y otra práctica de nosotros mismos, de nuestras relaciones con los otros. Insistamos en que los valores dominantes no son los únicos y que, es posible, aquí y ahora, presentar otra forma de entender el mundo y habitarlo. Entendamos a lo extra-ordinario, no como a un dios al estilo cristiano, sino como a la utopía, ese sitio que instituye un horizonte. Que permite que el horno, no sea sólo para calentarnos y fabricar el pan de cada día. Que los bloques de cemento no sean sólo para abrigar el hogar y los lugares de reunión. Sino que nos ayuden a que la solidaridad, el compañerismo, sean los valores con que habitamos el mundo. Nuestra práctica política cotidiana. Una costumbre. Con la que transitemos, como Maxi, como Darío, los caminos de la libertad.

viernes, 24 de agosto de 2007

El frio siempre complica las cosas




Visita a los presos de Quebracho en la cárcel de Ezeiza







Publicado el 13/08/07 en el boletín quincenal Nº70 de Prensa De Frente


La semana pasada cumplieron cuatro meses de detención. Fernando Esteche y Raúl Lescano se encuentran detenidos en la CPF Nº1 de Ezeiza. Luego de la protesta que la agrupación Quebracho llevó adelante frente a la Casa Partidaria del gobernador neuquino y candidato presidencial Jorge Sobich, el pasado cuatro de abril. El juez federal Ariel Lijo los procesó y les dictó prisión preventiva. Recordamos que los incidentes tuvieron lugar luego de que el profesor de Química Carlos Fuentealba fuera asesinado durante una marcha docente. Exigen el translado inmediato a su anterior lugar de detención, ya que actualmente no cuentan ni con calefacción, ni agua, aunque su celda está inundada (una paradoja argentina). Asimismo se preguntan cómo puede ser que los genocidas condenados estén en mejores condiciones que los militantes populares encarcelados.

También la semana pasada la Justicia federal pidió el juicio oral y público de los detenidos, junto a otros doce procesados por incendiar una sede porteña del Movimiento Popular Neuquino liderado por Sobisch. El fiscal Federico Delgado los acusa de daños, incendio y resistencia a la autoridad por el ataque al local del MPN.

Una bandera Argentina, equipo de mate y algunos libros son la única compañía de Esteche y Lescano (El Boli, para sus compañeros de militancia) en su celda de reclución. "De este lado de la reja está la realidad. Del otro lado de la reja también está la realidad. La única irreal es la reja", escribió el poeta y militante montonero Francisco "Paco" Urondo en 1973, cuando se encontraba detenido en la cárcel de Villa Deboto. En Ezeiza, en cambio, parece que la poesía se ha visto devaluada, al compás de las políticas de la Argentina actual. Aparentemente, la reja es lo único real.

En una tarde ventosa, Prensa De Frente entrevistó a los detenidos de la agrupación Quebracho. La lluvia y el cielo gris, sumado a la infinidad de rejas y candados y alambres de púa y puertas de seguridad que se deben atravesar para llegar al lugar de la visita, convierten a Ezeiza, por instantes, en un sitio tenebroso. Sin embargo, la entereza y el humor con que los detenidos reciben a sus visitas es homenajeable. Claro, como bien lo señaló el personaje de No se culpe a nadie, uno de los cuentos incluidos en Final de juego, de Julio Cortázar: "El frío siempre complica las cosas". Y más en las condiciones en que se encuentran Fernando y El Boli, luego de su último traslado: adentro hace más frío que afuera.

Primero estuvieron alrededor de un mes en Marcos Paz. Para entonces, los detenidos de Quebracho ya eran cuatro. Hace unos quince días fueron liberados los últimos dos, sin que la justicia explicara muy bien por qué, ya que habían denegado su excarcelación poco tiempo antes, según comentaron los entrevistados.

El Boli fue apresado cuando salía del Hotel recuperado Bauen, en pleno centro porteño. Lo tragi-cómico es que se retiraba de un acto por la libertad de los presos políticos. Y que es el quinto gobierno que lo tiene privado de su libertad: antes que Nestor Kirchner, lo hicieron Raúl Alfonsín, la Junta de Comandantes del Proceso de Reorganización Nacional, Isabel Perón y la dictadura autodenominada Revolución Argentina.

Esteche también fue detenido en la ciudad de Buenos Aires, luego de que las fuerzas policiales irrumpieran en una sede de la agrupación, sin orden de allanamiento, como el 26 de junio de 2006 lo hicieran con el local de Izquierda Unida en Avellaneda. Sin embargo, esta no fue la única irregularidad: Lescano, inicialmente fue capturado; y luego estuvo su orden de detención. Primero lo pasearon en un automóvil particular y lo retuvieron en una comisaría, que nunca supo bien cual fue. Luego lo pasaron a la cárcel de Madariaga, en Lugano. Por supuesto, los métodos utilizados por "la patota" no fueron muy distintos a los empleados antaño por la dictadura militar.

Al igual que los presos comunes de Marcos Paz, los de Ezeiza escribieron una carta a las autoridades penitenciarias para que los reintegren a donde se hallaban. En ambos lugares, los presos de Quebracho donaron libros para las respectivas bibliotecas y realizaron con ellos cursos de historia, talleres de lectura de diarios y conversaciones varias sobre la situación política en nuestro país y otros sitios del mundo. "La cárcel es una fábrica de relatos", escribió Ricardo Piglia en su cuento En otro país. Como bien remarca, no importa si la historia no le interesa a nadie: "lo que importa es narrar". Claro, para las autoridades esto es intolerable. Parece humano, demasiado humano.

Actualmente están alojados en un sitio de menores-adultos, cosa que está prohibida. Con recreos e instancias deportivas disminuídas, se encuentran aislados del resto de los presos del penal. Han recibido gestos de solidaridad de distintas personalidades. Entre ellas Sandra Rodríguez, la mujer de Fuentealba. También de agrupaciones políticas, sociales y de derechos humanos. Y han conquistado que, por primera vez, la máxima autoridad islámica ingrese a una cárcel de nuestro país. En este caso, como "asesor espiritual" de los detenidos políticos.

Mientras ceban mate y conversamos, observo que todos sus objetos tienen un adhesivo. La consigna: “Libertad a los presos de Quebracho”. El Boli, ya canoso, se acomoda el bigote. Esteche enciende la pipa. Tras sus redondos anteojos se vislumbra una mirada paciente. Aunque aclara, rascándose la barba candado, que la serenidad de ciertas certezas se las transmite su compañero de celda. Sonríe. Lo mira con respeto. El Boli Lescano fue militante durante la década del 70. Integró el Partido Revolucionario de los Trabajadores lidrado por Mario Roberto Santucho. Y en la actualidad, continua librando batallas. Persiste en su actitud de labrador de esperanzas. Se resiste a transformarse en un veterano de guerra. Tal vez porque ha sabido desarrollar esa paciencia que sólo los presos parecen saber cultivar. No es para menos: fueron doce años de cárcel, en total. Y cuatro meses.

Para escribir a los detenidos: Av. Del Libertador y Corrientes. CPF Nº1-Ezeiza, Módulo 4, pabellón J.

viernes, 23 de marzo de 2007

Conversaciones con un silenciado

HERNÁN LÓPEZ ECHAGÜE Y EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN


Por Mariano Pacheco
Para Prensa De Frente (Boletín quincenal Nº61)

Bienvenido sea este libro, contra la sordera general”, expresó Eduardo Galeano sobre “Crónica del ocaso. Apuntes sobre las papeleras y la devastación del litoral argentino y uruguayo”, el último libro de Hernán López Echagüe. Publicado en enero de 2007 por Editorial Norma, ya fue presentado en varias provincias del país. De paso por Bs As, el escritor y periodista argentino que hace casi una década habita suelo uruguayo, formuló diversas declaraciones: sobre el libro, la literatura y el periodismo y las luchas contra lo que denomina el “pseudo modelo de desarrollo imperante en la región”. También adelantó las próximas presentaciones, que serán en La Plata y Capital Federal.



El libro

"Este no es un libro amable, pero que creo necesario", expresa López Echagüe sobre "Crónica del ocaso...", un libro que, dice, “no es ni ecologista ni ambientalista, sino que tiene que ver con el habitante de un lugar padeciendo un modelo de desarrollo que está agotado y que consiste en el saqueo de los recursos naturales; que se sostiene en un discurso engañoso que te dice que van a traer industrias y generar empleo".Cuenta que para él es un libro tardío, ya que hace 9 años que vive en la región. Y a diferencia de otros, éste lo hace también como habitante del lugar. Claro que para forjarlo tuvo que investigar, viajar, hacer entrevistas. Más de un año de trabajo por lo menos: "Uno no sabe muy bien, nunca, cuando empieza un libro. Con este podría decirse que empecé en diciembre de 2005, cuando ya me doy cuenta que su escritura es impostergable".Durante todo 2006, mientras los conflictos por las pasteras ponían a Entre Ríos en boca de la mayoría de los argentinos (y también de los uruguayos, claro), Echagüe llevó adelante, pacientemente, su labor periodística. Un año en el cual fue, según sus palabras, “aprendiendo en la medida que viajaba, que escuchaba las voces: de chacareros, agricultores, pescadores. Los de subsistencia –aclara- no los comerciales, sino aquellos que tomaron tierras fiscales y se armaron sus ranchos y empezaron a pescar para sobrevivir y lentamente se empezaron a organizar".Quizás por el verano, tal vez porque su voz y su escritura no encuentran grandes ecos en los medios periodístico-empresariales, esta publicación no tuvo grandes repercusiones. No tuvo "mucha prensa". En Uruguay, por razones obvias: Julio Marenales, ex tupamaro, y el poeta Mario Benedetti, sean acaso las expresiones mas emblemáticas de la postura de la izquierda al otro lado del río (más allá de nuestro respeto y admiración por la trayectoria de esos dos grandes hombres).Seguramente la excepción haya sido el escritor uruguayo Eduardo Galeano, quién declaró: "Bienvenido sea este libro, que recoge voces. Por boca de sus pescadores y sus chacareros, hablan los ríos Uruguay y Paraná, y hablan las vastas tierras que esos ríos riegan. La naturaleza, malherida, denuncia a sus envenenadores".

El autor

Desde que escribió su primer artículo para un diario de circulación masiva, en la segunda mitad de la década del ´80, sobre lo ventajoso de los, entonces, novedosos "hornos microondas", hasta hoy, López Echagüe ha sido redactor de las Revistas Humor y El Periodista, del diario Página/12 y corresponsal del periódico O Globo de Río de Janeiro, entre otras actividades periodísticas. Es un autor que ha sabido combinar la producción de novelas con las investigaciones, y que ha tenido la capacidad de narrar entrevistas, describir lugares, personajes y situaciones en las investigaciones, a la vez que resignificar a éstas en sus novelas. “Lo mío es un híbrido”, dice. Alguna vez lo escuché declarar que, para él, el periodismo era una rama de la literatura.En 1994 publicó su primera novela breve, La Resaca. Le siguen La Frontera, en 1997 (que para muchos es una investigación), y Como viejos Lobos, en 2001. Antes, en 1993, ya había publicado Gajes del oficio, "novela" autobiográfica (como en La Frontera, los hechos son "reales" pero están narrados como en una "ficción"; la investigación y la crónica se cruzan con el estilo de los policiales). Allí cuenta las agreciones que sufrió por investigar a "las mafias" del Mercado Central. Luego de dos atentados contra su vida, el entonces presidente Carlos Menem declaró sobre el caso: "Son gajes del oficio". En 1996 publicó El Otro, una biografía política de Eduardo Duhalde. Las intimidaciones continuaron. Al año siguiente decidió marcharse a la costa oeste de Uruguay. Se instaló junto a su familia en Punta Gorda, a 7 km de Nueva Palmira y a unos 20 de Colonia. "Un sitio cargado de historia. Un paraje de singular, espléndida belleza. Lagunas y bósques, montes y médanos, la reunión de los Ríos Paraná y Uruguay inventando el del Plata", según escribió en Crónica del Ocaso. Sus dos libros anteriores son Tierra Memoria, de 2004, donde compila apuntes, fragmentos y semblanzas, y La política está en otra parte, viaje al interior de los movimientos sociales, de 2002. Una publicación en donde el autor da cuenta de su paso por sitios como Neuquén, Santiago del Estero, Córdoba y la zona sur del Gran Buenos Aires. Lugares en donde Movimientos de Trabajadores Desocupados, fábricas autogestionadas por sus trabajadores y movimientos campesinos se organizan y luchan por una vida digna. Está dedicado a Darío Santillan, asesinado (junto a Maximiliano Kosteki) el 26 de junio de 2002 en Avellaneda. La foto de un mural pintado en la base del Puente Pueyrredón, con la figura de ambos jóvenes, ilustra la tapa del libro.

Las presentaciones

Las primeras fueron en Corrientes Capital, en donde participaron campesinos del Departamento de San Miguel y en Gualeguachú, en la cual estuvo acompañado por movimientos ambientalistas de Frai Bentos. Las siguientes fueron en Rosario, donde además realizó un taller en un barrio sobre la memoria del lugar. Allí continuaron la actividad con chamamé, que estuvo a cargo de José Lozuá. "Fue muy lindo, con mucha gente: estudiantes, desocupados, profesionales, trabajadores, gente del barrio". Y al día siguiente, 27 de febrero, la terminaron participando del Carnaval por Pocho Leprati, en la Plaza Ludueña.Las presentaciones continuaron el día 28, en San Nicolás (a 60 km de Rosario) y el 1º de marzo, en el Centro Cultural La Toma (ex-supermercado Tigre), en donde contaron con la presencia de la murga El triángulo de los Bermúdez, de Nicolás Bermúdez, que representaron temas similares a los tratados en el libro. La última fue el 2 marzo en Nicolás Bermúdez. "Lo interesante es que a pesar de que son penosas, dolorosas las cosas de las que se habla, siempre se terminó como con una especie de fiesta: empanadas, murga, un poco de vino", concluye Echagüe.Las próximas presentaciones serán el lunes 19 de marzo, a las 19 horas, en el Centro Cutural Islas Malvinas (calles 19 y 50, La Plata). Desde las 18, la música de Joselo Schuap y la Gira H2O darán inicio a la jornada, organizada por el Frente Popular Darío Santillán. Allí, el autor debatirá con el público y llevará adelante una conversación abierta con este cronista.Al día siguiente, martes 20, a las 19 horas, en el 2º piso (Salón Cascada) del Hotel Bauen, ubicado en Callao 360, entre Corrientes y Sarmiento, Osvaldo Bayer realizará la coordinación y presentación de esta actividad, que contará con la presencia del correntino Andrés Zavattiero, especialista en Esteros Deliverá; Julia Coccaro, integrante del Movimiento por la Vida, el Trabajo y el Desarrollo Sustentable de Frai Bentos; y Andrés Rivas, periodista e integrante de la Asamblea de Gualeguaychú.

lunes, 12 de febrero de 2007

Apuntes sobre mística, religiosidad y movimientos populares


Por Mariano Pacheco para Prensa De Frente




El mito quiere completar la historia: hacer justicia, vengar a las generaciones derrotadas”


Esteban Rodríguez



A Julio López, por su aparición con vida



UNO-
Federich Nietzsche supo decir que el problema no era que los hombres se crearan dioses, sino que se confundieran y luego pensaran que esos dioses los habían creado a ellos.Es lo que, de alguna manera, sucedió en la tradición platónica-cristiana: se confundió lo último con lo primero. En Platón, porque “lo que es, no deviene, no se hace y lo que deviene o se hace, no es”. Por eso, Nietzsche lo acusará de defender “ideas-momias” y una mímica de sepulturero.Bien: sigamos dándole una vuelta de turca a esta “confusión” de lo último con lo primero. Continúa el pensador alemán: “todos los valores superiores son de primer orden, todos los conceptos superiores, el ser, lo absoluto, el bien, la verdad, la perfección, todo eso no puede devenir o ser…tampoco puede ser desigual entre sí ni hallarse en contradicción. Así es como llegan a su concepto de Dios. La cosa última, la más tenue, la más vacía, ocupa el primer lugar”. Se refiere Nietzsche al planteo Socrático-Platónico explicitado en La República (tanto en el “Paradigma de la línea” como en la “Alegoría de la caverna”, relato en el cual se basó el escritor portugués José Saramago para realizar su novela La caverna). Es en este libro en donde el mundo queda dividido en sensible e inteligible. Por supuesto: la idea de bien (las almas); la ciencia-verdad (las imágenes de la idea), conformarían el ámbito superior, por sobre la mundana vida terrenal. Lo inteligible por sobre lo sensible.Y como se lamenta Nietzsche por esto: “¡Que haya tenido la humanidad que tomar en serio los dolores de cabeza de esos enfermos urdidores de telas de araña! ¡Y que lo haya pagado tan caro!
DOS-
En una entrevista realizada por Bernardo Mançano Fernandes (con S en la edición portuguesa y con Z en la Argentina) y publicada en agosto de 1999 por la Editora Fundaçao Perseu Abramo, bajo el título Brava Gente, a trajetoria do MST e a luta pela terra no Brasil, el dirigente de los Sin Tierra, Joao Pedro Stedile, sostiene que han incorporado a la mística “como una práctica social que tiene que ver con que las personas se sientan bien al participar de la lucha”.No es una afirmación menor, sobre todo si tenemos en cuenta la tradición de la izquierda a lo largo de todo el siglo XX, siempre tan dispuesta al sacrificio.Es justo reconocer que Karl Marx hizo un aporte importante al plantear que la filosofía debía invertir la ecuación vigente hasta el momento (“del cielo a la tierra”) y ver a la religión como “opio de los pueblos”. Es decir, adormeciendo las conciencias, dejando la felicidad, la libertad, para un más allá inteligible (también Nietzsche, aunque no precisamente desde la izquierda, había señalado ya en El nacimiento de la tragedia –ver: Ensayo de autocrítica- que el cristianismo, ya sea por cansancio a la vida o por temor a la belleza y la sensualidad, inventó un “más allá” para calumniar mejor el “más acá”).Sin embargo, el planteo marxista continuaba apresado en una lógica del “mas allá”: la lucha hay que comenzarla hoy, en la tierra... pero: debemos emprender una batalla tras otra; transitar un extenso sendero de penurias, renunciamientos, para luego (de la toma del poder; de la dictadura del proletariado; de la transición del capitalismo al socialismo primero, y de éste al comunismo después) construir el paraíso terrenal.Lo que pasó con las experiencias socialistas es de amplio conocimiento y difusión. Sobre todo por que fue, y es utilizado, por quienes detentan el poder en nuestro país y en el mundo para quitarle energías a quienes pretenden construir políticas de emancipación.
TRES-
Pero concentrémonos un poco en el tema de la religiosidad popular. En América Latina, sobre todo en las décadas que van de los 60 a los 80, un sector del cristianismo (el que se organizó bajo la Teología de la liberación), tomó de su fe las fuerzas que necesitaron para plantarse frente a los apologistas de la inmutabilidad y proponerse efectivizar transformaciones radicales de las injustas sociedades del continente.Tomaron de la praxis del carpintero Cristo aquellos elementos mas vinculantes con las luchas de su presente y la religión dejó de ser opio para transformarse en arma; en un cañón colocado en la trinchera opuesta a la que el “cabezón barbado” del primer mundo (nos referimos a Marx, por supuesto) la había visto. Se colocó del lado de los humillados y ofendidos. No sólo el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, y el cura-guerrillero colombiano Camilo Torres supieron de esto. Muchos otros país, incluido el nuestro (con ejemplos como el de los Sacerdotes para el Tercer Mundo, Carlos Mujica o Moseñor Angelelli), tuvieron esta presencia de “cristianos por la liberación”.Un caso emblemático quizás sea el de Brasil. Volvamos entonces a las palabras de Stedile, dirigente de los Sin Tierra:“La mística es una forma de manifestación colectiva de un sentimiento. Queremos que ese sentimiento aflore en dirección a un ideal, que no sea una obligación. Nadie se emociona porque recibe la orden de emocionarse, se emociona porque está motivado en función de algo. Y tampoco se trata de una distracción metafísica o idealista, de que todos iremos juntos al paraíso... los carismáticos usan la mística en pro de un ideal inalcanzable...”Como vemos, una religiosidad que no saca el foco de los problemas terrenales; por el contrario. Continúa Stedile:“Antes nos dedicábamos a imitar [a la iglesia]... Cuando forzábamos la copia no funcionaba”.Resuenan, desde el fondo de la historia latinoamericana, las palabras del peruano José Carlos Mariátegui: “El socialismo no podrá ser ni calco no copia. Tendrá que ser creación heroica”.Y “el socialismo del siglo XX”, sin una mística acorde a las circunstancias, es difícil de imaginar. “Sin mística no hay revolución”, expresó un militante popular marplatense en un encuentro del mes de diciembre de 2006. Quizás lo haya dicho en joda. Pero igualmente tomamos sus palabras para arrojarla, no como certeza, pero sí, al menos, como hipótesis.
CUATRO-
Continuemos con La Mística. Según el Movimiento de Trabajadores rurales Sin Tierra de Brasil, La Mística no puede dejar de tenerse en cuenta en la lucha por la transformación de la sociedad. Entre otras cosas, el MST plantea que, La Mística, es la energía vital, la fuerza, la animación, el impulso que nos acompaña en el día a día, en todo el proceso de organización y lucha popular. Energía que tiene como misión acortarnos la distancia entre el presente y el futuro, haciéndonos vivir HOY, lo que deseamos para el mañana. Claro que, este planteo, va de la mano de otro mas general: el de constituirse como “movimientos pre-figurativos”, según palabras de Miguel Mazzeo. Es decir, como movimientos que se plantean construir gérmenes de la nueva sociedad en los marcos de la vieja.Ahora bien, concientes de que el cambio social sólo podrá consolidarse (¿Imponerse? ¿Alcanzar su mayor grado de desarrollo?) cuando el poder popular tenga mas fuerza que el poder de las clases dominantes, es que los Sin Tierra se plantean una batalla de largo trecho. Es en este marco que afirman que La Mística debe aumentar la voluntad para participar cada vez más de la organización; a la vez que aseguran que existen más personas que abandonan la lucha por cansancio, que personas que fracasan. Por eso sostienen que La Mística no puede estar ausente, ya que es para la lucha, lo que el combustible es para un colectivo.
CINCO-
Un tiempo antes del surgimiento del MST, Louis Althusser escribió su último libro: “El porvenir es largo”. Allí, el pensador francés se preguntaba: ¿Podremos alcanzar el comunismo? No lo sabía. Sí, en cambio, estaba convencido que, entre la injusta realidad y aquella visión escatológica dada por Marx, había “un ancho río de mierda por transitar”.También sabía que, además de injusticia, su presente contenía “islotes de comunismo” (término que claramente podemos identificar como antecedente del mencionado “prefigurativo”). Se pregunta, entonces, acerca de la capacidad que tendrían, o no, de expandirse por el mundo entero. No se considera optimista. Y declara: “Si hay esperanza está en los movimientos sociales de masas, en los cuales... siempre he pensado que reside la primacía sobre sus organizaciones políticas. Ciertamente vemos desarrollarse en el mundo movimientos de masas desconocidos e impensados por Marx (por ejemplo en la América Latina, incluso en el seno de una Iglesia tradicionalmente reaccionaria, bajo los auspicios del movimiento de la teología de la liberación)”. Tengamos en cuenta que uno de esos movimientos, que Louis Althusser no vio, fue el de los Sin Tierra.Sin embargo, tampoco se consume en el pesimismo. Citando a Marx declara: "La historia tiene más imaginación que nosotros". Y reflexiona: “No creo en el voluntarismo en la historia. Por el contrario, creo en la lucidez de la inteligencia y en la primacía de los elementos populares sobre la inteligencia. A ese precio, puesto que la inteligencia no es la instancia suprema, puede seguir a los movimientos populares, fundamentalmente y ante todo para evitarles recaer en las aberraciones pasadas y ayudarles a encontrar formas de organización verdaderamente democráticas y eficaces”.Una de esas instancias (¿no racionales?) encontradas por los Movimientos Populares Latinoamericanos ha sido La Mística. Sigamos entonces con los planteos del MST. En su cuaderno de formación Nº 24, fechado en abril de 2002 y titulado “Método de trabajo popular”, desarrollan sintética y claramente el tema. Veamos:“La Mística debe impulsar a las personas para un cambio de vida. No basta con que nuestra causa sea justa. Es necesario que la justicia penetre en nosotros. Nosotros necesitamos ser justos”, dicen.También afirman que La Mística es esencialmente sentir. Y que su objetivo central apunta a unir el pensamiento y la acción, con los sentimientos. En relación a esto sostienen:“Debe existir unidad entre forma y contenido, ya que existen personas que tienen contenido, pero no lo expresan, no celebran. Y hay personas que celebran y sin embargo no tienen contenido, convirtiendo a La Mística en un ritual mecánico”.Por ultimo, el Movimiento Sin Tierra alimenta la postura de que, La Mística, debe contener:Los valores promovidos por la organización. Los símbolos (ya sean banderas, consignas, cantos, himnos o canciones). La memoria histórica (no sólo recordando a los luchadores caídos, sino también conmemorando las fechas importantes: cumpleaños, aniversarios, etc). La practica cotidiana del movimiento. Los objetivos de la lucha (el cambio social). La valoración de los logros y las conquistas obtenidas. La Mística, entonces, no puede burocratizarse. Debe estar presente en todos los momentos del proceso, y fundamentalmente, no puede realizarse si no hay seriedad, sensibilidad y convicción. Es decir, si no está encarnada en cada uno.
SEIS-
Veamos que nos dicen el Diccionario de Filosofía (D.F) de José Ferrater Mora (Editorial Atlante, 1944; y, versión abreviada, Editorial Sudamericana, 2004); y el Pequeño Larousse Ilustrado, 2002 (P.L.I).Definiciones según el P.L.I: Mística: “Del griego Mystikos, cerrado”. Místico: “Misterioso; que encierra un misterio”. Misterio: “Del Latín misterium, cosa incomprensible para la mente humana, o muy difícil de comprender o interpretar” (negritas mías). Por Misticismo, entiende: “Doctrina o creencia fundada en el sentimiento o la intuición, y no en la razón”.Finalmente, tomemos nota de lo que concibe como literatura mística: “…En su intento de comunicar una experiencia que reconocen inexpresable, los autores místicos recurren a símbolos, alegorías, comparaciones y antítesis, mediante los que consiguen ampliar las dimensiones conceptuales de la palabra y alcanzar notables cotas de belleza e intensidad lírica, al mismo tiempo que, dado el origen de muchos de ellos, enriquecen el lenguaje literario con la sintaxis y el léxico del habla corriente” (negritas mías). En cuanto al D.F, define:Mística: “…Parece que los caracteres comunes de la mística se cifran en el propósito de la unión del alma humana con la divinidad por medios que se hayan más allá de toda razón o especulación…” “… La razón resulta impotente para alcanzar y expresar aquello que es calificado justamente de inefable e innominable…”. Tenemos, entonces, a La Mística como algo completamente “irracional”, o bien, como una esfera del conocimiento que, a través de símbolos (fundamentalmente), es capaz de articular la razón con los sentimientos y las intuiciones. Reparemos en como se define Símbolo en el D.F:“Es todo signo que representa algo…El sentido más general de símbolo es el de representación o evocación. Así se dice que un gesto es simbólico cuando su presencia indica la ausencia actual de lo simbolizado. En la representación simbólica hay, pues, siempre, prescindiendo de sus múltiples caracteres particulares, una presencia actual que evoca una presencia potencial, una ausencia que se hace patente en el acto de la evocación”.“…Las formas simbólicas pueden ser así fundamento de un conocimiento…” Como vemos, los símbolos (que no son irracionales, desde ya), pueden ayudarnos a conocer. La Mística, entonces, como una aparición a través de la cual se hacen presentes los deseos, los anhelos, las indignaciones.Por eso, “lo místico”, puede ser reapropiado por los Movimientos Populares. Bien puede ser incomprensible, o muy difícil de comprender; puede distraer la emancipación terrenal o bien potenciarla.Apelar a La Mística, trabajar con Mitos en el seno de las organizaciones populares, puede ser tanto reaccionario como revolucionario.Como bien señala el Platense Esteban Rodríguez (ver: Palabras mágicas, en Pensar a Cooke, Manuel Suárez editor, 2005): “Una cosa es el mito y una cosa muy distinta es el fetiche… en el primer caso se intenta intensificar lo que reúne, conmover lo que nombra; en el segundo, por el contrario, se trata de apaciguar la fuerza congregada”.Detengamos por unos segundos más en las definiciones de diccionario. Mito: “Del griego Mitos, fábula. Idealización de un hecho o un personaje histórico que representa caracteres extraordinarios…/ Idea, teoría, doctrina, etc, que expresa los sentimientos de una colectividad y se convierte en estímulo de un movimiento…/Utopía irrealizable” (P.L.I). “… Equivale a la explicación simbólica de algo que no puede ser razonado o demostrado…” (D.F). Nuevamente dos maneras contrapuestas de entender lo mismo. El mito puede ser tanto lo irrealizable, lo extraordinario y, por lo tanto, lo no-cotidiano, lo impracticable; o bien, puede ser “explicación simbólica”, “estímulo” para el conocimiento de la realidad y su transformación. Tenemos, entonces, al fetiche como pasión irracional y al mito, como una articulación entre pasión-razón. Pero: ¿En que nos interesa esto a nosotros? Una de sus posibles es en la relación que establecen con la política y con el tiempo. En el fetiche, el pasado se repite como tradición; “como autoridad que coordina el sentido del presente desquiciado”, señala Rodríguez. En el mito, en cambio, el tiempo está fuera de tiempo. Es decir, se transforma en un tiempo que no quiere ser solo pasado, sino que busca repetirse todo el tiempo.En fin: una temporalidad política desquiciada. Insistiendo con el autor Platense: “El mito supone la articulación de duraciones que se encuentran fuera de sí”.Tenemos, entonces, al pasado, el presente y el futuro, como tres dimensiones articuladas dialécticamente. No un presente que va al pasado. Ninguna imposición reaccionaria de lo pretérito sobre lo actual. Ni un “escapismo” nostálgico hacia atrás. No se trata de ir al pasado sino de traerlo al presente: a las experiencias, los clásicos, los símbolos. Resignificarlos. Entrar en dialogo con ellos, o, como señala Eduardo Rinesi (Política y Tragedia, Colihue, 2003), “discutir” con ellos.
SIETE-
“Lo que construye la unidad es la ideología de la visión política y el uso de símbolos, que van tejiendo la identidad. Ellos materializan el ideal, esa unidad invisible”, expresa Stedile en la entrevista mencionada. La bandera, los brazaletes y gorros, las canciones, las consignas, las herramientas y productos del trabajo, el Jornal Sem Terra (que en determinado momento excedió su papel de medio de comunicación), son los distintos símbolos presentes en la mística dentro del MST.“La música siempre refleja un momento de la lucha o de nuestra historia. Es un símbolo cambiante...La música y nuestras consignas nos ayudan a recuperar nuestra historia... Muchas veces están políticamente mas avanzadas que la acción”.Pensemos en Argentina. En los Movimientos de Trabajadores Desocupados, por ejemplo. Durante todo el período Delarruista (marcado por las masacres de diciembre: iniciaron su gobierno con la represión en el Puente General San Martín, que une las Provincias de Chaco y Corrientes, en diciembre de 1999 y se fueron tras la represión a quienes se opusieron al Estado de Sitio, decretado el 19 de diciembre de 2001 por la noche), las luchas de Los Piqueteros estuvieron marcadas por cánticos de tipo reivindicativo: “Los barrios, vienen marchando, y el cobarde del Gobierno está temblando. Somos el hambre de la ciudad, somos el pueblo que queremos trabajar. Somos los desocupados, piqueteros sí señor, queremos pan y trabajo, nos mandan la represión”, se coreaba, por ejemplo, en las movilizaciones y cortes de calles, rutas y puentes durante todo el año 2000 y 2001.Tras la insurrección de diciembre ya nada sería igual. Las canciones no serían tampoco las mismas. Un día de enero de 2002, mientras la Coordinadora Aníbal Verón repudiaba una nueva visita del Fondo Monetario Internacional (FMI) al país, cortando Puente Pueyrredón, surgió una consigna mucho más politizada que las anteriores:“Y dale alegría, alegría a mi corazón, la sangre de los caídos se rebeló… Ya van a ver, las balas que vos tiraste van a volver; y sí señor, vamos a llenar de Yaquees el paredón”.Por supuesto, estaba muy por encima de la práctica política del momento. Pero se cantaba. Y se continuó cantando. Se le cambió el “Yanquees” por “ratis”. Y tras la Masacre de Avellaneda (ocurrida el 26 de junio de 2002), algunos cambiaron, directamente, todo el final: “Y si señor, vamo´a vengar a los muertos de La Verón”, en alusión a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, dos jóvenes militantes de la Coordinadora Aníbal Verón asesinados en aquella jornada.Luego, ya entrado el gobierno de Néstor Kirchner, los trabajadores desocupados se juntaron con agrupaciones de otros sectores sociales y surgieron nuevas consignas:“Libres o Muertos, Jamás Esclavos…Vamo´ a seguir luchando y poniendo huevo, vamos a construir el poder del pueblo. Contra el imperialismo y la oligarquía, en la lucha por la Patria Socialista”, fue una de ellas. Como vemos, también en nuestro país las canciones van recuperando historia. En 2006 fue muy coreado el cántico: “Hay que crear, hay que crear, crear Poder Popular…Somos el pueblo del 20 de diciembre, somos el pueblo de Puente Pueyrredón... De Cutral-Có, el de Las Heras y Zanón...Somos el Frente que corta todo el puente, somos el Frente Darío Santillán…”
OCHO-
En mayo de 2003 tuve la oportunidad, junto con miembros de organizaciones autónomas argentinas del campo y la ciudad, de participar del 6º curso de formación para militantes de base del Cono Sur, organizado por Vía Campesina-Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC).Una mañana, a horas muy tempranas, mientras estudiábamos materialismo histórico en una escuela del MST, al sur de Brasil, el grito de un participante de la clase logró sacarme (a mí y a casi todos, supongo) del estado de semi-dormido en el que me hallaba. Un muchacho agarró la guitarra y se puso a cantar. Todos, inmediatamente, se pararon, corrieron las mesas, y se pusieron a cantar, bailar y aplaudir... parecía una iglesia evangelista Argentina, de esas de la calle Lavalle o la Avenida Santa Fe... pero no: eran militantes y dirigentes populares, muchos de ellos formados cuadros marxistas-leninistas.“Parte de la mística”, me explicaron. Quedé realmente sorprendido. A eso, en el MST, lo llaman “Animación”. Hay quines critican duramente a los Sin Tierra. “Son rígidos, dicen, y tiene una estructura cuasi- estalinista”. Puede ser. Pero tan cierto como que tienen una sólida disciplina militante y estructuras centralizadas, también lo es que apelan a una creatividad y síntesis de tradiciones diversas que sorprende. Tanto como su “Animación”.O como ver a los campesinos sembrando flores por los caminos del asentamiento. Y que respondan –tan naturalmente como cualquiera de nosotros podría silbar un tango en una lluviosa tarde en la ciudad de Buenos Aires- que están llevando adelante una campaña de “embellecemento”.Claro que, como yo, cualquier otro bicho de ciudad; cualquier habitante porteño u otra ciudad del país, puede quedar descolocado, con un gesto ambiguo: entre sorprendido y deslumbrado, observando como clara e intencionalmente, la belleza es colocada del lado de la revolución.